Opinión Adra

Negando a los negacionistas

Moisés S. Palmero Aranda
Educador ambiental

Yendo a cenar con un grupo de educadores marinos, coincidí en el coche con dos viguesas y un mallorquín, y hoy han venido a mi cabeza muchas cosas de las que hablamos. No hice ningún Pacto entre caballeros al puro estilo Sabina para contarlo, pero hoy venía en el diario que la temperatura de mares y océanos, Mediterráneo incluido, baten máximos históricos y esto podría tener graves consecuencias para los seres humanos.

Las biólogas, divulgadoras y emprendedoras gallegas, han montado una cooperativa que se llama 13 grados, porque según me contaban, es la temperatura a la que suele estar el agua que entra en la Ría de Vigo desde el Atlántico, gracias a la Corriente del Golfo, que favorece la entrada de nutrientes, una fertilización natural, causante, entre otros factores, de la gran biodiversidad de la zona y que se traduce en una gran riqueza económica para sus pescadores. 

El científico y divulgador, mientras hacíamos referencia a las interacciones de las orcas con los barcos, nos habló de un superventas de 2004, del que recientemente se ha hecho una serie, y que en España se llamó El quinto día, en referencia al Génesis Bíblico, donde se narra la Creación, porque la Tierra estaba vacía y desordenada, de los animales marinos que surcan las aguas y las aves que vuelan por el cielo. Al día siguiente nos creó a nosotros, quizá no se equivocase, pero cuando nos dijo, si Moisés no tergiversó sus palabras, que podíamos señorear al resto de animales, metió la pata, porque algunos se lo han tomado al pie de la letra y lo llevan en su programa electoral.

Narra el libro como el mar se rebela contra nosotros, una plaga que tiene que exterminar. Aparecen orcas y ballenas que nos atacan, cangrejos y medusas que proliferan a millones y salen del mar a infectarnos con virus mortales, gusanos que deshacen los hidratos de metano con el objetivo de acelerar el cambio climático para cortar la Corriente del Golfo y provocar tsunamis hundiendo las islas Canarias. Todo basado en estudios, y científicos, reales que ponen de manifiesto el camino autodestructivo que llevamos.

Es una crítica a las petroleras; a la egolatría de los EE.UU (el escritor es alemán); a los principios, valores y religiones con las que nos guiamos; a la búsqueda de vida extraterrestre cuando ni siquiera conocemos nuestro planeta; las consecuencias de la posición de dominancia del ser humano; y la disyuntiva entre el empleo de la fuerza militar o la ciencia para solucionar los problemas. Al final gana la ciencia, y los seres humanos conseguimos, después de diezmar a la población, una nueva oportunidad, entendiendo que somos una minúscula parte (pero muy follonera) de un sistema natural mucho más complejo de lo que queremos ver, Teoría de Gaia, y que simplificamos para conseguir nuestros intereses individuales, que ni siquiera evaluamos como especie.

Una historia apocalíptica más, que para muchos es solo literatura, simple entretenimiento de sobremesa, aunque estén basados en datos científicos, en modelos estadísticos, que vienen avisándonos desde la década de los sesenta, que por desgracia se están cumpliendo, de cómo nuestro modelo económico podría alterar el clima. 

Como ya es imposible negar el Cambio Global, la idea es contradecir, poner en duda, que sean nuestras acciones las que lo han acelerado todo, aduciendo, algo que es cierto, que los cambios climáticos se llevan produciendo en la Tierra desde hace millones de años, y que hay tantos estudios que demuestran que somos responsables, como los que dicen que no tenemos tanta influencia en el aumento del Dióxido de Carbono en nuestra atmósfera.

Relacionar el capitalismo, con sus principios básicos de “consume hasta morir, usar y tirar, y porque tú lo vales”, con la reacción en cadena del aumento de las temperaturas de los mares, el colapso de la corriente del Golfo, el enfriamiento de Europa, la desaparición de especies como la Posidonia oceánica, la expansión de las especies invasoras y el cambio de migración de cetáceos, les parece una auténtica soplapollez.

Y da igual si planteas el principio de precaución que deberíamos adoptar para intentar evitar las consecuencias que estamos, y vamos, a padecer en los próximos años. Ellos se siguen agarrando a estudios manipulados, comprados y falseados por las grandes corporaciones que dominan la economía y que nos tienen engañados para que nos hagamos autosuficientes en nuestra pequeña parcela del mundo.

Salir a cenar con colegas de profesión nos retroalimenta y recarga las pilas, para poder negar a negacionistas que ni siquiera saben que lo son. Yo solo sé que no se nada, y que tengo mucho calor.

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